CORREO ELECTRONICO

miércoles, 6 de febrero de 2008

"Contra frío y pudor"


“Contra frío y pudor”


Todavía no salía el sol, la masa estaba ansiosa porque comenzara la sesión fotográfica nudista del norteamericano Spencer Tunick. El escenario esta vez sería Santiago, la ciudad que se ensanchó para acogerme, cuando mi país me quedó relativamente chico.Para este Chile de hoy, lleno de contradicciones, esto promete ser un verdadero evento.Detenido en la línea divisoria entre los evangélicos y la multitud que debía posar, entre el ir y venir de consignas, cánticos, alaridos e insultos de uno u otro lado comencé a sentir como ya era parte de este cuento que no había dejado a nadie sin opinión ni aliento.

Cuando por primera vez supe de la obra de Spencer no me imagine remotamente que yo podría verme involucrado en su trabajo aunque si intenté reconocerme entre la multitud desnuda que corría en Buenos Aires en busca de su lente. Alguien me preguntó si estaría dispuesto a desnudarme para un evento similar. Desnudarme?, no sería la primera vez en mi vida y ojalá no sea la última porque he experimentado ese placer varias veces , en otras latitudes y bajos otras condiciones, pero no creo que viajaría o pagaría por hacerlo.

A pesar que mi respuesta era coherente y natural nació desde ese momento una curiosidad, y luego cuando supe que el artista venía a Santiago no dudé en inscribirme y ceñirme a esta aventura. Me subí a este tren donde las reflexiones no se dan hasta que estas en el propio evento, confiado que hacía lo correcto, dejándome guiar por mi propio espíritu y el apoyo incondicional de mi esposa, a mi lado desde el primer momento.Exponerse es un arte que requiere sensibilidad y sólo buscando muy adentro de mí fui descubriendo un alto grado de convicción y claridad en el propósito.No es que yo sufra de falta de confianza, ni que me haya impuesto eliminar hábitos personales, pero realmente pienso esto serviría para liberarme de cargas externas y dejar a un lado las situaciones restrictivas a las que he estado sometido por una u otra razón.

Traté de mantener mi decisión en silencio porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas. Y decidí que saldrían a la luz en el momento necesario con la transparencia y nitidez de mis sentimientos. No quiero que en el futuro me lamente de algo que dejé de hacer por no contradecir al tercero, que a lo mejor, tampoco ya esté cerca y ni valorar pueda este esfuerzo.


Los asuntos que me interesan siempre han cubierto una gama muy amplia. Me atrae lo nuevo, lo futurista, lo que previamente no se ha experimentado y este hecho me faltaba. Ha llegado el momento de soltarse o a lo mejor, de seguir siendo joven, porque con esta carga voy a salir definitivamente más nuevo.Días antes se filtró mi deseo y no faltaron las opiniones a favor o en desacuerdo. Pero soy por naturaleza resolutivo y empeñoso cuando lo quiero. Con mi férrea decisión seguí adelante hacía mi mismo encuentro, confiado que iba por el camino correcto, con destino a la liberación y reafirmación de mi carácter y personalidad. “Tú puedes Manuel” son las palabras que resuenan en mi aún desde muy adentro.

Ese día, después de una larga espera, comenzaron a anunciar que sólo ingresarían al área destinada para la foto aquellos que estuviesen desnudos. El impulso de esta aventura me deja llevar por el torrente de gente, porque nada estaba realmente planificado.


Empezaron a desaparecer las prendas de vestir y se abrieron paso muchos torsos descubiertos llevados por el empuje y el entusiasmo adrenalínico del momento. “Ahora o nunca” me dije. Entregué a mi esposa raudo mis documentos y empecé a desnudarme apresuradamente para no quedarme atrás. Una ola de frío me cubrió por un instante, pero el ejercicio y los propios nervios se encargaron de aumentar la temperatura. Con mi ropa improvisé un envoltorio uniforme que dejé debajo de un banco cualquiera sin importarme enmarcarlo dentro del contexto geográfico del lugar como si este rincón fuese mi propio casillero, mi espacio limitado y concreto.


Me sumé a la algarabía y pude seguir algunas consignas sólo con mucho esfuerzo, porque se hizo patente que me falta mucho por aprender de este mundo y su gente. El alma se expresa, las emociones se recalientan y se empujan hacia afuera con gran fuerza. La mente se torna rápida y en la cabeza circulan libremente imágenes, recuerdos, ideas, sentimientos tan veloces y camuflados que no logras atrapar todo, pero notas que están impregnados de ricos elementos simbólicos. Corres y salta, primero despacito con ligeros movimientos de brazos, luego incorporas todo el cuerpo e intentas alzar el vuelo porque este acto de saltar representa el intento de volar aunque sólo sea por un instante. La fuerza de gravedad nos devuelve a la tierra y los pies tiemblan al contacto directo con ella, por el frio y por la cantidad de energía que a través de ellos liberamos. Me he percatado que las terminaciones nerviosas de las plantas de los pies son tremendamente sensibles y es porque en ellas está representado todo el cuerpo humano. Se une a la energía de mis pies el contacto del polvo de la tierra de este parque Santiaguino y reflexiono: “Polvo somos y al polvo retornamos”.

Aglomerados sin ropa, todos éramos iguales; tan iguales que sentíamos por cada uno admiración. Es un acto fraternal, comunicativo, original, respetuoso, humanista y comprensivo. Se dieron espontáneamente los diálogos, abiertos, flexibles, sin importar de dónde viene el otro porque en este estado donde sólo la piel nos identifica pasas a ser uno más en este gran mundo de cuerpos. Cuerpos lindos por su esencia y no por el envoltorio que ha quedado lejos. Y no hay morbosidad ni exhibicionismo, y si por razones totalmente naturales entro en el ensimismamiento de la comparación no hay achaques porque a mis cuarenta y dos años mantengo las nalgas duras, no es tanta la barriga y no me avergüenzo del resto.


En todos desbordaba emoción, y más allá de cualquier aspecto físico había un corazón transmitiendo energía y calor a todo el cuerpo. Largas se tornan las tomas y mientras tanto ocurre una maduración de los ideales y valores espirituales; es un proceso de madurez tan natural y gradual que el resto no lo nota pero para uno es significativo. Cada uno se ha vuelto menos individualista y más sensible. Es que anda por ahí un aura de espiritualidad compartida.Después de dos hora de “sacrificio” y contentura volvimos por nuestros atuendos. No supe identificar el banco donde había dejado mis cosas y esta situación me fue devolviendo paulatinamente a la realidad con una pregunta simple “Y ahora qué coño hago?”. Entre tanto parque, bancos cubiertos con bultos, bolsas plásticas y kilos y kilos de ropas, el panorama se tornaba poco alentador. De aquí para allá, de allá para acá con las presas al aire sin el calor del principio ni el disfrute del momento porque ya la adrenalina descendía y el pudor se hacía más presente. Aproveché la solidaridad que aún se respiraba y le pedí a un joven que ya se estaba vistiendo, que me prestara algo para abrigarme mientras encontraba mis prendas. El joven, chico de estatura, solícito me pasó su suéter que aunque no alcanzaba a cubrirme las partes púdicas al menos me hacía sentir más protegido.Posiblemente fue esta la ocasión menos artística de la mañana pero no dejaba de ser natural. Yo en cuatro patas, literalmente hablando, tratando de hurgar los cerros de ropas, “Una aguja en un pajar”, en esa posición incómoda rogando aparecieran mis ropas antes que algún fotógrafo indiscreto hábido de acción, plasmara el hecho.

Recuperado el trofeo, después de un largo peregrinar, devolví la prenda prestada, agradecí al joven su gesto, a Spencer la posibilidad de hacerme sentir importante, no extranjero, indisoluble en este mundo de cuerpos unos inertes, otros en movimiento.

No me arrepiento de haberlo hecho. Me sentí inusualmente dichoso y consecuentemente no titubeo en contar cómo exploré y exploté este evento. Logré alejarme de la rutina tediosa, de la monótona cotidianeidad por un lapso de tiempo relativamente corto en el plano lineal, pero tremendamente amplio y majestuoso en el mundo astral porque las sensaciones perduran muchísimo más. En esta actividad al aire libre se mezcló el arte, la diversión, la aventura y el entretenimiento y fue para todos un estímulo. Lo demás queda minimizado cuando lo llevamos al plano de la dicha y el goce personal.El placer fue todo mío.Que mis hijas y mis nietos entiendan que fue un acto de libertad y enriquecimiento espiritual, una necesidad propia, muy pero muy personal.


Y al que no le guste, lo siento.
FIN
Santiago de Chile