En el aletargado y ruidoso malecón.
En la impertinente consigna del montón.
En las jineteras y sus prematuras primaveras
En todas esas imponentes olas,
que mirando la ciudad, vienen y van solas
En un balconcito pequeño con vista al mar
En mi hermana Marlene, que es de armas tomar.
En los militantes de tesón y corazón
En mi madre de temple, con su historia y razón.
En el futuro que sale nadando,
En los ingenuos que siguen apostando
En los que sin alcanzar el muro cruzar,
atrapados insisten en soñar.
En mi Habana, con mi bandera
En Sanguily; Agramonte y Martí.
En ti, que tonificas y despabilas mi ser
En ella que muy sabia supo exponer:
“El alba para salir; la tarde para volver
Y Cuba para morir, y Cuba para nacer”