CORREO ELECTRONICO

viernes, 5 de diciembre de 2008

"Cuentos de Antaño IV"

"Cuentos de Antaño IV"

"Nieve Nieve, que mala eres, que quiebras mis pies"

Caminaba descalzo un niño por la nieve cuando rompió su silencio para decir:
-¡Ay nieve nieve, que mala eres que quiebras mis pies!.

La nieve inmediatamente respondió:
-Más malo es el sol que me derrite a mí.

El niño compadeció entonces a la nieve y dijo:
-¡Sol, sol, que malo eres que derrites nieve, nieve que quiebra mis pies!.
A lo que el sol respondió:
-Más mala es la nube que me tapa a mí.

-¡Nube nube, que mala eres que tapas sol, sol que derrite nieve, nieve que quiebra mis pies!.
La nube musitó:
-Más malo es el viento que me lleva a mí.

-¡viento viento que malo eres que llevas nube, nube que tapas sol, sol que derrite nieve , nieve que quiebra mis pies!.
El viento dijo:
-Más mala es la pared que me resiste a mí.

-¡Pared pared, que mala eres que resistes viento, viento que lleva nube, nube que tapa sol, sol que derrite nieve, nieve que quiebra mis pies!.
La pared rompió su silencio:
-Más malo es el ratón que me roe a mí.

-¡Ratón ratón, que malo eres que roes pared, pared que resiste viento, viento que lleva nube, nube que tapa sol, sol que derrite nieve, nieve que quiebra mis pies!.
-Más malo es el gato que me come a mí.

-¡Gato gato, que malo eres que comes ratón, ratón que roe pared, pared que resiste viento, viento que lleva nube, nube que tapa sol, sol que derrite nieve , nieve que quiebra mis pies!.
-Más malo es el perro que me ladra a mí.

-¡Perro perro, que malo eres que ladras al gato, gato que come ratón , ratón que roe pared, pared que resiste viento, viento que lleva nube, nube que tapa sol, sol que derrite nieve, nieve que quiebra mis pies!.
-Más malo es el garrote que me pega a mí.

-¡Garrote garrote, que malo eres que pegas al perro, perro que ladra al gato, gato que come ratón , ratón que roe pared, pared que resiste viento, viento que lleva nube, nube que tapa sol, sol que derrite nieve , nieve que quiebra mis pies!.
-Más malo es el fuego que me quema a mí.

-¡Fuego fuego, que malo eres que quemas al garrote, garrote que pega al perro, perro que ladra al gato, gato que come ratón, ratón que roe pared, pared que resiste viento, viento que lleva nube, nube que tapa sol, sol que derrite nieve, nieve que quiebra mis pies!.
-Más mala es el agua que me apaga a mí.

-¡Agua agua, que mala eres que apagas fuego, fuego que quema al garrote, garrote que pega al perro, perro que ladra al gato, gato que come ratón, ratón que roe pared, pared que resiste viento, viento que lleva nube, nube que tapa sol, sol que derrite nieve , nieve que quiebra mis pies!.
-Más malo es el hombre que me toma a mí.

-¡Hombre hombre que malo eres que tomas agua, agua que apaga fuego, fuego que quema al garrote, garrote que pega al perro, perro que ladra al gato, gato que come ratón , ratón que roe pared, pared que resiste viento, viento que lleva nube, nube que tapa sol, sol que derrite nieve , nieve que quiebra mis pies!.
-Más mala es la muerte que me mata a mí.

El silencio se apoderó de todos, el niño se incorporó ligeramente y siguió caminando sobre la blanca y fría nieve; y como nadie nunca más respondió, este cuento se acabó.

FIN

miércoles, 5 de noviembre de 2008

"Cuentos de antaño III"



"Cuentos de antaño III"

Hoy vamos a contar una historia diferente y muy singular. Se trata del cuento del "Gallo Pinto"

Una tarde muy hermosa, iba por el camino el gallo Pinto raudo y veloz para llegar a tiempo a la fiesta que realizaba su tío Paco Perico.
Por el camino se encontró un granito de maíz, tan pero tan amarillo que se vio obligado a detenerse. Se puso a observarlo con tremendo apetito y dijo:
-Si pico me embarro el pico, y si no pico pierdo el granito.¿Qué haré?

No pensó mucho el gallo Pinto. El granito se comió y su pico se embarró.

Entonces fue a pedir ayuda a su amiga la verde hierba.
-Hierba, por favor límpiame el pico para llegar a tiempo a la fiesta de mi tío Perico.
Y la hierba dijo:
-No. No quiero.

Entonces se acordó de su amigo el chivo que estaba por allí cerca y le dijo:
-Chivo, por favor cómete a la hierba, que no quiere limpiarme el pico para llegar a tiempo a la fiesta de mi tío Perico.
Y el chivo dijo:
-No. No quiero.

Recurrió a su amigo el perro.
-Perro, por favor ládrale al chivo, que no quiere comer la hierba, que no quiere limpiarme el pico para llegar a tiempo a la fiesta de mi tío Perico.
Y el perro dijo:
-No. No quiero.

Descubrió muy cerca un garrote y le dijo:
-Garrote por favor pégale al perro, que no quiere ládrarle al chivo, que no quiere comer la hierba, que no quiere limpiarme el pico para llegar a tiempo a la fiesta de mi tío Perico.
Y el garrote dijo:
-No. No quiero.

Molesto, gallo Pinto se fue a ver a su amigo el fuego y le dijo:
-Fuego, por favor quema el garrote, que no quiere pegarle al perro, que no quiere ladrarle al chivo, que no quiere comer la hierba, que no quiere limpiarme el pico para llegar a tiempo a la fiesta de mi tío Perico.
Y el fuego dijo:
-No. No quiero.

Se le ocurrió que el agua podría ayudarlo y le dijo:
- Agua, por favor apaga el fuego, que no quiere quemar al garrote, que no quiere pegarle al perro, que no quiere ladrarle al chivo, que no quiere comer la hierba, que no quiere limpiarme el pico para llegar a tiempo a la fiesta de mi tío Perico.
Y el agua dijo:
-No. No quiero.

Entonces como último recurso, acudió donde su amigo el sol y le dijo:
- Sol, por favor seca el agua, que no quiere apagar el fuego, que no quiere quemar al garrote, que no quiere pegarle al perro, que no quiere ladrarle al chivo, que no quiere comer la hierba, que no quiere limpiarme el pico para llegar a tiempo a la fiesta de mi tío Perico.
Y el Sol dijo:
-Por supuesto. ¿Para qué están los amigos?. Inmediatamente secaré el agua.

El agua al escuchar esto dijo:
-¡No, perdón que yo apagaré al fuego!
Y el fuego dijo:
-¡No, perdón que yo quemaré el garrote!
Y el garrote dijo:
-¡No, perdón que yo le pegaré al perro!.
Y el perro dijo:
-¡No, perdón que yo morderé al chivo!.
Y el chivo dijo:
-¡No, perdón que yo me comeré la hierba!.
Y la hierba dijo:
-¡No, perdón que yo le limpiaré el pico!

Así que Gallo Pinto el pico se limpió y partió contento y veloz para llegar a tiempo a la fiesta de su tío Perico. En la fiesta muchos granitos comió y su pico nunca más se embarró.


Fin

martes, 28 de octubre de 2008

Poema escrito por Alexander Pushkin

Título:"Me erigiré un monumento"

Я памятник себе воздвиг нерукотворный,
К нему не зарастет народная тропа,
Вознесся выше он главою непокорной
Aлександрийского столпа.

Нет, весь я не умру-душа в заветной лире
Мой прах переживет и тленья убежит -
И славен буду я, доколь в подлунном мире
Жив будет хоть один пиит.

Слух обо мне пойдет по всей Руси великой,
И назовет меня всяк сущий в ней язык,
И гордый внук славян, и финн, и ныне дикой
Тунгус, и друг степей калмык.

И долго буду тем любезен я народу,
Что чувства добрые я лирой пробуждал,
Что в мой жестокий век восславил я свободу
И милость к падшим призывал.

Веленью божию, о муза, будь послушна;
Обиды не страшась, не требуя венца,
Хвалу и клевету приемли равнодушно
И не оспоривай глупца.

miércoles, 8 de octubre de 2008

"Cuentos de Antaño II"



"Cuentos de Antaño II"

Martín es un blanquito santiaguino regalón, Eduardo, un negrito habanero revoltoso, bullanguero y juguetón. Mientras uno se extasía mirando su nevada cordillera, el otro contemplativo disfruta desde el malecón la calma del mar. Martín discute de Futbol, Eduardo arrastra un pesado bate de béisbol hasta el solar. Climas diferentes, temperamentos distintos, idiosincrasias sin par. Pero lo que ambos tienen en común son esta y otras historias que comparten a distancia porque de eso se trata, de que la literatura sea definitivamente universal. ¡Aquí va!

"Cómo se descubrió el café"

En un lugar del lejano Oriente, en medio de un Oasis vivían María Y José. Por propiedad tenían una humilde casita, un chivo y un arbolito. Aunque ellos no tenían idea de los frutos del árbol, éste al menos servía para dar sombra al chivo.
Un día tras una fuerte ventolera, el chivo se dispuso a probar los granitos que cayeron al suelo y después de masticarlos con detenimiento dijo:
-Esto se be-be, esto se be-be.
José al escuchar al chivo corrió donde María y le dijo:
-Escucha María dice el chivo que esto se bebe.
Tomaron los granitos, los probaron y con una mueca espantada en el rostro en señal de desaprobación murmuraron:
-¡Este chivo está loco!

Entonces pasó volando en ave graznando “Tostado, tostado, tostado”
José al escuchar el graznido del ave corrió donde María y le dijo:
-Escucha María, dice el ave que esto se tuesta.
Tomaron los granitos, los tostaron y los probaron y con otra mueca comentaron
-¡El ave está loca!

Después pasó una culebra rápida y tempestiva gritando
“Molido, molido, molido”
José al escuchar la serpiente volvió donde María y le dijo:
-Escucha María, dice la serpiente que esto se muele.
Tomaron los granitos, los tostaron, los molieron y los probaron y con desazón comentaron:
-¡La serpiente está loca!

No había pasado un cuarto de hora cuando se acercó un camello y dijo:
“Hervido, hervido, hervido”
José al escuchar al camello se dirigió donde María y le dijo:
-Escucha María, dice el camello que esto se hierve.
Tomaron los granitos, los tostaron, los molieron, los hirvieron y los probaron y con desgano comentaron:
-¡El camello está loco!

Un zorro que pasaba por el lugar quiso hacerse notar diciendo:
“Colado, colado ,colado”
José esperanzado se dirigió donde María y le dijo:
-Escucha María dice el zorro que esto se cuela.
Tomaron los granitos, los tostaron, los molieron, los hirvieron y los colaron y probaron y una vez más inclementes comentaron:
-¡El zorro está loco!

Se disponían a dormir cuando por allí pasó una hiena gritando a todo volumen:
“con azúcar , con azúcar , con azúcar”

José que había decidido seguir cada consejo, se dirigió donde María y le dijo:
-Escucha María dice la hiena que le agreguemos azúcar.
Tomaron los granitos, los tostaron, los molieron, los hirvieron, los colaron, le agregaron azúcar, los probaron y con la alegría reflejada en el rostro ambos gritaron:

-¡Chivo Chivo esto se be-be, esto se be-be!

Y saltaron de alegría y cantaron alabanzas toda la noche.

Fin

miércoles, 10 de septiembre de 2008

"Cuentos de Antaño"



"Cuentos de Antaño"




Este y otros cuentos no son producto de mi imaginación, vienen de antaño y fueron contados una y mil veces en tardes de ocio y calma. El balancín viejo de la casona colonial, donde nací y crecí, sabe que no miento. Sentado sobre las cómodas y suaves piernas de mi abuela, a la sombra de un frondoso Flamboyant, impulsado por la cadencia propia del silencioso balanceo, los escuché atentamente descubriendo la ternura y enseñanzas que habían en ellos. Mi abuela recordaba como llegaron a ella a través de sus abuelos y así sucesivamente de boca en boca encadenados remontándose al eterno pasado.

Ahora los hago presente para perpetuar su memoria y a la vez entregar a los abuelos del mañana las historias que contarán a sus nietos.




"Cucarachita Martínez"

En un lejano bosque, donde reinaba la tranquilidad absoluta , vivía una cucarachita llamada Martínez. Era muy hacendosa y sociable. Aunque tenía muchos conocidos siempre se quejaba de su soledad. Un día, mientras barría el frente de su casa, se encontró una moneda. Acariciándola por ambos lados dijo:

-Esto es mucho dinero para empezar el día.
¿Qué me compraré con esta moneda?
¡Me compraré un vestido de noche!
Ay no no, que me dirán vanidosa.

¿Qué me compraré con esta moneda?
¡Me compraré un paquete de chocolate!
Ay no no, que me dirán golosa.

¿Qué me compraré con esta moneda?
¡Me compraré una caja de polvo!
Si, eso, me compraré una caja de polvo.

Se sacó el delantal, dejó la escoba a un lado y partió feliz a comprar su polvo para embellecerse. A la vuelta su carita se empolvó y en la puerta de su casa en un banquillo se sentó.

De pronto se detuvo frente al portón un perrito y al verla tan guapa le dijo:
-Cucarachita Martínez que linda estas. ¿Te quieres casar conmigo?
-¿A ver, qué haces de noche?- preguntó ella
-¡Guau, guau, guau!- gruñó a todo pulmón el perro.
-¡Ay no, no, que me asustarás y mis dulces sueños espantarás!
-El perro bajó su cabecita y partió muy triste.

Al poco rato pasó por allí un gato
-Cucarachita Martínez que linda estas. ¿Te quieres casar conmigo?
-¿A ver, qué haces de noche?
-Miau, miau, miau- maulló el gato.
-¡Ay no, no, que me asustarás y mis dulces sueños espantarás!
-El gato bajó su cabecita y se fue muy triste.

No habían pasado cinco minutos cuando frente a ella se detuvo un toro
-Cucarachita Martínez que linda estas. ¿Te quieres casar conmigo?
-¿A ver, qué haces de noche?
-Muu, muu, muu- gimió el toro.
-¡Ay no, no, que me asustarás y mis dulces sueños espantarás!
El toro sacudió sus patas traseras y muy despacio se marchó.

Entonces llegó un chivo.
-Cucarachita Martínez que linda estas. ¿Te quieres casar conmigo?
-¿A ver, qué haces de noche?
-Bee, bee, bee- baló el chivo.
-¡Ay no, no, que me asustarás y mis dulces sueños espantarás!
El chivo suspiró muy quedo y de un golpe se esfumó.

Y así estuvieron pasando frente a su casa muchos animales del bosque quienes, enterados de la belleza de la cucarachita, querían casarse con ella, pero a todos les iba mal y como se hizo de noche y había que descansar, la cucarachita se dispuso a entrar. De repente apareció por allí el ratoncito Pérez.

-Cucarachita Martínez que linda estas. ¿Te quieres casar conmigo?
-¿A ver, qué haces de noche?
-¿Yo?- Se preguntó a si mismo el ratoncito - Dormir y callar.
Si, dormir y callar.

Y como eso era justo lo que deseaba la cucarachita Martínez, se le acercó y su carita besó en señal de aprobación. Al día siguiente se casaron y fueron felices para toda la vida.


Fin


Comentario: Intacto en el frío de Kiev quedó este cuento que relaté muchas veces a mi ahijado ucraniano Vova Chadlov; veinte años después, pero con la misma fuerza lo dedico a mi otro ahijado, al pequeño Nicolás Araya Riquelme.

lunes, 25 de agosto de 2008

"Vadim Kornilov y la Perestroika"

Vadim Kornilov y la Perestroika


Vadim se proponía demostrar públicamente con su corte de pelo y sus mechones de diferentes colores que la Perestroika no era pura consigna. Gorbachov había prometido cambios radicales y el hecho de que un joven con ideas futuristas y estrafalaria vestimenta, cuyo aspecto distaba del ya conocido mundo del Komsomol (Komunisticheski Soyus Molodioshi) pudiera viajar al extranjero, era una muestra fehaciente de la apertura soviética. Atrás quedaba Leningrado sumido en un invierno crudo y tenaz, tratando de encontrar, en este ir y venir de nuevas ideas, su verdadero rumbo.

La Unión Soviética se movía a su antojo y no todos apoyaban el giro. Dentro del grupo muchos tildaban a Vadim de seudo capitalista y trataban de alejarse de él. Yo por el contrario, atraído por el evidente cambio me acerqué, hicimos buenas migas y juntos, entre largas charlas acompañadas de tragos de ron y vodka, tratábamos de descifrar este entuerto.

Me contaba que era miembro de un grupo rockero muy conocido en Leningrado y quería que yo le ayudase a descubrir algunos sonidos que podría incorporar al repertorio de su grupo. Así visitamos muchos lugares nocturnos preferentemente aquellos donde la música tradicional cubana era la reina. Pero creo que nunca logró captar nuestra melodía pues para él un son o un merengue era lo mismo y salía a bailar lleno de entusiasmo, dando la sensación que estaba poseído por un alma diabólica o vivía una convulsión después de un golpe eléctrico. Siempre la pasó bien y no faltó la oportunidad de que terminara enredado en los brazos de una mulata quien trataba que con sus movimientos de caderas el ruso entrara en órbita. Tarea algo difícil.

Por las mañanas, bien temprano, recorríamos el litoral costero desde el hotel Ancón hasta el final de la península. La vista era sensacional, con un cielo que había dejado de estar estrellado un par de horas antes para convertirse y fundirse en un azul majestuoso que competía con el color del mar. Casi recostadas en el horizonte se mecían lentamente unas cuantas nubes que a medida que avanzara el día definitivamente desaparecerían mar adentro llevadas por el viento calmo y cálido. Potenciando la gracia de cualquier mañana costera aleteaban pequeñas aves en manadas y un sinnúmero de pelícanos, quienes curiosos llegaban a posarse bastante cerca de uno.

A veces llegábamos a bordear la península para así divisar a lo lejos el pueblito y puerto de Casilda con su acostumbrado ajetreo matinal de barquitos de pescadores. También se observaba la falda de la sierra con sus caminos angostos que llegaban a perderse entre los bosques verdes que arropaban toda la cordillera del Escambray. Fue en una de esas caminatas por la orilla de la playa cuando nos topamos con un lugareño que venía de vuelta con sus enseres de pesca y un morral lleno de caracoles y corales. No eran más allá de las ocho de la mañana porque más tarde la zona bullía de gente caminando, trotando o nadando. El sol ya estaba encima, hacía calor y el agua estaba tibia, pero los turistas bajaban a desayunar a las nueve y sólo después se acomodaban en las tumbonas dispuestas para ellos a orillas de mar.

El lugareño se detuvo a conversar o mejor dicho a intercambiar frases y especies. Nunca estaba de más tomar precauciones frente a desconocidos pero la isla en general inspiraba siempre confianza y seguridad. Era habitual que pescadores o habitantes de la zona contactasen a los rusos para hacer trueques. En un ir y venir de gestos amigables se intercambiaban anteojos, binoculares, frutas y artesanía. Generalmente el cambio favorecía a los turistas, pues los cubanos se conformaban con poco y no pedían más que artículos de aseo o medallas de guerra que los rusos portaban por kilos.

Vadim me había comentado que su deseo mayor era llevarse a Leningrado de vuelta alguna especia marina disecada, algo así como estrellas, cangrejos o caracolas. En las tiendas para turistas estaban al alcance solo de los más adinerados, por eso sus expectativas eran escasas.

Esa mañana el pescador traía consigo una tortuga disecada digna de ser exhibida en un museo. A pesar de que se percató que estábamos con las manos vacías insistió en el trueque. Podríamos ir al hotel por algo pero eso significaba perdida de tiempo. También, de repente podría aparecer de la nada un guardia de seguridad de los tantos que se paseaban tras las dunas espantando a los traficantes para frustrar el comercio ilícito. Sin mucho preámbulo y viendo que a Vadim se le salían los ojos ante el tamaño nada despreciable y belleza sin igual de la tortuga, el pescador propuso intercambiarla por el diminuto traje de baño que él portaba.

Realmente era una ganga. Vadim se resistía a perder aquella oportunidad. Pero, ¿cómo lo hacía si solo llevaba una camiseta blanca para cubrirse los hombros del sol y su traje de baño para cubrir sus partes íntimas?

Me miró buscando ayuda:- ¿Qué hacemos?
Yo sabía que los rusos nunca habían sido tan pudorosos. Las rusas fueron las primeras en imponer el topless en las playas cubanas y cuando se pasaban de trago hasta los más castos se despojaban de todas sus vestimentas. Era común encontrar un fondillo blanco flotando en las piscinas o en sillas de playas, ver cuerpos desnudos procurando acaparar todo el sol del caribe para llevarse de vuelta un bronceado estupendo y matar de envidia a los que en al otro lado del Atlántico tiritaban de frío.

“Hagamos una cosa”-le dije- “entrégale el traje de baño y regresemos al hotel de inmediato. Si vemos venir a alguien nos metemos en el agua. Por ahora trata que la camiseta te cubra un poco más abajo del ombligo, de lo contrario se te va a quemar el péndulo”.

Vadim se largó a reír y sin mucho que resolver se sacó su traje de baño que enjuagó en la orilla para sacarle un poco de arena y entregarlo medianamente limpio a su nuevo dueño. Acto seguido se apropió de su bella tortuga y partimos raudos de vuelta antes que la playa se fuese llenando de turistas mañaneros. A esta hora, tan temprano, no sería nada anormal ver a un ruso en pelotas, porque en iguales condiciones yacían acostados en la arena tres o cuatro de otras nacionalidades, que después de la desaforada rumba nocturna perdieron memoria y ropa a la misma vez.

Dos húngaras que conocimos la noche anterior en el bar del hotel, estaban sumergidas en el mar hasta la cintura con las manos ocupadas con vasos plásticos llenos de tragos y sus prominentes y maduros senos al aire. Aprovechaban la marea baja para incursionar en las piscinas naturales que formaban las barreras coralinas. No habían olas y el agua cristalina reflejaba un color verde turquesa. Ambas nos saludaban efusivamente e invitaban en su lengua magyar a unírseles. Comenzaban la semana con una inyección de adrenalina donde el único esfuerzo físico era bailar y nadar.

Desde un balcón una pareja miraba el espectáculo, mientras un grupo pequeño de turistas llenos de bártulos, accedían al largo muelle de madera, camino al catamarán que los llevaría a pescar. Más que a pescar, van a disfrutar de la cristalinidad de las aguas mar adentro, con arrecifes cubiertos de coloridas algas y esponjas gigantes. Con ayuda de un instructor algunos podrían bucear.

Cuando estuvimos frente al hotel, subí a mi habitación por otro traje de baño para Vadim. Por los pasillos ya andaban las pulcras camareras ordenando sus típicos carritos de aseo. La mole de concreto con vidrios trasparentes comenzaba poco a poco a despertar.

La tortuga de Vadim por varios días fue trofeo y admiración de todo el grupo. Cuando viajábamos de una ciudad a otra reservaba un asiento para su tortuguita garantizando de esa forma que no se estropeara. Pero no duró mucho su entusiasmo. Antojóse luego de una radio grabadora japonesa pero como no contaba con la suma de dinero suficiente, vendió su tortuga por el doble de su precio a otro compañero de viaje. Se moría de la risa relatando lo bien que había resultado el trueque y lo caro que al final se había tornado su traje de baño adquirido a precio ínfimo en una liquidación en los grandes almacenes leningradenses. En lugar de la tortuga viajaba ahora la radio. Compró varios casetes vírgenes que hizo grabar con melodías cubanas para mostrar a sus compañeros del grupo musical una vez llegara a su ciudad natal. De los veintiún días que duró el recorrido turístico, él mismo relataba que en la primera semana era impensable separarse del traje de baño, la segunda semana estuvo acompañado de la muda tortuga y la tercera fue la radio quien ocupo su felicidad.

Pasó la aduana cubana sin problema alguno. Con su radio sobre el hombro me hacía señales de júbilo desde lejos cuando atravesaba la sala de embarque.

Meses más tarde me escribió contándome la odisea final de su trofeo y me tocó compartir la frustración cuando me relato que al llegar a Moscú los aduaneros requisaron su radio por no llevar permisos oficiales y por tratarse además de un equipo de origen occidental. La tortuga sin embargo, por ser un objeto legítimamente cubano logró pasar pero ya tenía entonces otro dueño.

La Perestroika no había madurado lo suficiente y Vadim por ello perdía traje de baño, tortuga y radio.

Fin
Comentario: Leningrado, meses después de escrito este cuento, pasó a llamarse San Petersburgo.

miércoles, 30 de julio de 2008

“Ilona y Martynas - Piezas inconclusas de un rompecabezas”
(unvollständige Stücke eines Rätsels)

Me gustaría relatar muchas cosas de Lituania, de su capital Vilnius, de sus pueblos armoniosos del interior, de su gente laboriosa y esforzada. Pero hoy me voy a centrar en Martynas, una personita feliz, quien por la década del ochenta llenó con saltos, preguntas, y mil amores, una relación sin condiciones, espontánea y rica en matices. Él y su mamá fueron muy importantes en mi vida, por eso hablar de ellos, más que contar, es cerrar una herida que estuvo latente durante todos estos largos años. ¡Ay querido Báltico!, ¿Cómo te voy a olvidar?

Las repúblicas del báltico; Estonia, Letonia y Lituania siempre fueron un enigma y dolor de cabezas para los que trataban de descifrar el motivo del rechazo que los ciudadanos de las tres repúblicas, incluyendo a los rusos parlantes que habían nacido en ese territorio, sentían hacia el resto de los soviéticos. Ellos a su vez se sentían discriminados y constantemente se autodenominaban “países colindantes con los soviéticos”, cuando en honor a la verdad formaban parte del estado multinacional. Unos eran pro finlandeses y daneses, otros pro polacos y los menos, pro alemanes, pero rara vez se encontraba a alguien que alabara el modo de vida soviético o agradeciera la intervención rusa durante la segunda guerra mundial.

A diferencia de sus vecinos bálticos, Lituania disfrutó en algún momento de un período continuado de independencia y tras cruentas batallas desde el siglo dieciocho hasta el 1940 gozó de una holgada paz nacional hasta que el país fue anexado a la URSS. Luego, entre 1941 y 1944 la ocupación alemana barrió con la población judía y empobreció la economía del país. Las cosas tampoco mejoraron con el regreso de los soviéticos sino que también se sucedieron múltiples arrestos y deportaciones. A raíz de la Perestroika la mano de Moscú se suavizó y logró que la república, sin intervención del Kremlin, trabajara su propio programa político y económico, situación que propiciaba que ella por si sola caminara por la senda anhelada hacia la total independencia.

En ese ajetreo estaban los lituanos cuando el grupo folklórico de la ciudad de Plunge viajó a Cuba para hacer una serie de representaciones que nunca tuvieron lugar porque el inmenso equipaje con instrumentos musicales y trajes típicos nacionales que debía acompañarlos, se entrampó en los rigurosos trámites aduaneros entre las republicas rusa y lituana. Pero ellos estaban dispuestos a pasarlo bien y esto no impidió que su recorrido, que incluyó además presentaciones espontáneas a capela, fuera un verdadero placer. Yo les acompañé por el país y quedé prendado por la hermosura de las mujeres lituanas. Ilona Baltikauskaite, era una de ellas. Desde que nos vimos en el aeropuerto surgió una necesidad imperiosa de comunicarnos. Suavizó de inmediato su ruso, que dominaba perfectamente, pero que hablaba con marcado acento lituano y aparente desgano, porque sabía que esa lengua era la única forma de comunicación. Con ella aprendí las primeras palabras lituanas como Kava (café) y el Arbata (té) porque se convirtieron en el pretexto inicial y luego permanente para juntarnos a compartir.

Ilona trataba de explicarme una y otra vez que no podía soportar un idioma, refiriéndose al ruso, que intentaba acabar con su lengua materna. Que en su país había más letreros y anuncios en ruso que en lituano, que los trámites necesariamente tenían que hacerse en ruso, que los mejores puesto a todo nivel eran encabezados por rusos, y así sucesivamente un sinnúmero de detalles prácticos que esclarecían mejor la situación, mucho más que cualquier cátedra sobre el comportamiento multinacional de la URSS y los sentimientos nacionalistas.

Nuestra relación no se limitó sólo a los encuentros románticos donde se encendía la libido después de unos tragos en el bar, también en la playa estábamos horas y horas conversando sobre muchos temas, entre ellos la necesidad de mantener la relación.

En mis estadías en Moscú, Ilona viajó en varias oportunidades a verme. Con ella y su pequeño hijo de tres años, Martinukas, recorrimos Moscú de punta a cabo. Visitamos teatros, museos, galerías de arte y el circo central moscovita. Descubrimos el mundo de comida rápida McDonald’s, que recién se instalaba en la capital y que había llegado a ser un verdadero acontecimiento que traía entusiasmado a todo el país. Luego apareció Pizza Hut con igual alboroto e inmensas colas donde la gente por tal de probar la novedad marcaba de un día para otro. Los tórtolos éramos muy felices hasta que una cubana informante de la KGB, mi confidente hasta ese entonces, quiso interferir mis sueños y logró rotundamente darle un vuelco a mis ilusiones y deseos de entonces, tramando un encierro condicionado en la isla, que duró más allá de la caída del muro de Berlín, de la desintegración de la URSS, del desgaste natural que provoca una separación obligada. Perdimos así, la comunicación y el ímpetu de continuar la truncada relación que impuso la distancia y la conspiración.

Tal como conté en el artículo “Lituania en mi corazón”, gracias a mi Blogspot, diecisiete años después recuperamos los lazos, y tanto con Ilona como con Martynas mantenemos hoy una estrecha y fluida comunicación. Ilona, convertida en una célebre coreógrafa del ballet folklórico nacional y Martynas Baltikaukas, un joven ingeniero graduado en la Universidad de Vilnius lleno de sueños y fantasías y por qué no también de recuerdos tales como el cocodrilo que yo le iba a regalar si viajaba algún día a la isla, el color y calor del Caribe, los negritos que corren a destajo por las callecitas de mi país, y lo más importante el amor abierto, espontáneo y eterno que yo siempre les entregué.

Santiago,
Agosto 2008

lunes, 30 de junio de 2008

"LITUANIA EN MI CORAZON"





"Lituania en mi corazón"

Gracias a este blogspot he podido contactarme con personas que muchos años atrás fueron muy cercanas a mi. En la foto aparece Ilona Baltikauskaite, coreógrafa hoy día, del ballet folklórico de Plunge, Lituania. Fui su guía turístico en mi linda Cuba, esa que huele a flor de tabaco con sus curvas de suspiro y barro. La pasión de joven me ligó a ella y a su pequeño hijito Martynas. Aunque Dios nos tenía trazado caminos diferentes entonces, mi fiel corazón los recordará siempre y atesorará eternamente esos gratos momentos que aparecen en algún capítulo de mi libro "Alas Migratorias" pronto a publicarse. No es indecoroso recordar, por el contrario, conociendo el pasado surcamos un mejor futuro. Tanto Ilona como Martynas mantienen comunicación fluida conmigo y dejan correr, en este ir y venir, sus recuerdos como el agua trasparente de un caudal de energía y bondad. ¡Porque nacimos para amar y amando hemos de morir!. ¡Viva Lituania!

martes, 6 de mayo de 2008

"Me acompañas con tus chácharas, te acompaño con mi silencio"

"Me acompañas con tus chácharas, te acompaño con mi silencio".
"Me acompañas con tus chácharas,  te acompaño con mi silencio"

No siempre la multitud ha significado compañía. Aquí estoy abandonado. Abandonado en el último rincón de la casa, de mi propia casa que construí con tanto esfuerzo. Postrado en esta cama de hierro, lo único que me queda del pasado. La cama es el puente que me llevará donde mis abuelos, mis padres y el resto de la familia que ya no está. Hay falta de luz. Sobra frío aunque estamos en verano. Nunca hizo tanto frío aquí en este pueblo. No sé si ha cambiado definitivamente el tiempo o esta frialdad es reflejo de mi estado actual. Pero hace más de dos años que tengo frío. Parece mentira que se escape mi vida. Parece mentira que me vaya en estas condiciones. Los míos apenas se acercan, ya no es como antes. Les escucho cuando regresan del trabajo, contando sus éxitos. Ya no dicen que se morirán sin mí, le han echado una llave al candado de mi corazón.
Yo siempre supe esperar por ellos. Sin importar la edad los esperé siempre sentado en el portal simulando insomnio cuando ya eran hombres hechos y derechos. ¿Podrán esperar ellos por mí?. Les echo de menos aunque estén ahí, en el corredor, en la salita, en el recibidor, o el zaguán. Cuando se paran a mi lado, movidos por la compasión no me dirigen la palabra. Si apenas me miran. Hablan sólo entre ellos. Cuentan sus trivialidades. Uno alguna vez dijo que yo ya no tenía mente para recordar, que era absurdo intentar conversar conmigo. Todos le creyeron y se acabaron los diálogos tiernos que venían de una dirección.
Se dan cuenta que corren lágrimas por mi rostro, pero no se preguntan ¿Por qué? .
Creen que no escucho nítidamente a Mariana reclamando por los paños que tiene que lavar cada mañana. Hervir, lavar, secar y planchar. Dice que anda con náuseas con tanto despojo. Que en otros países los pañales son desechables. Que no sabe cuánto va a durar esto. Se estará refiriendo a mí. También ellos reclaman. No van a andar comprando pañales nuevos porque en el estado que estoy no vale la pena gastar dinero. Sería algo así como botar la plata a la basura. Mira, que en medicamentos ya se ha gastado bastante y sin resultado aparente. Y el bienestar de esta familia es de los que vienen atrás y siguen creciendo.
Siento una melodía que no tiene nada que ver con la algarabía propia del carnaval que se debate afuera en la calle entre el sudor y el repique de tanto tambor. Ellos jamás sabrán que oigo otra melodía distinta. Una melodía que yo me he inventado para no escucharles.
“Anoche no nos dejó dormir con sus quejidos”-Alguien reclama. Ninguno excepto Mariana se levantó para ver qué me aquejaba. Ninguno supo que Mariana estuvo una hora tratando de moverme con sus manos sabias y fuertes para cambiarme del lado orinado al lado limpio, colocó las compresas e hirvió agua para calentarme los pies que tiritaban de frío. Ellos no podían incorporarse de sus camas tibias porque hoy les esperaba el carnaval.
Me calmo y espero tranquilamente a que entre la enfermera y Mariana a revolverme las escaras. Es el momento en que veo, aunque no tan nítido como pretendiera, una u otra pared. El techo lo conozco de memoria. Ya no necesito mirarlo. Nunca antes me había fijado en él. Ahora recorro el surco de sus vigas. Descubro lo que ellos no han podido, los orificios por donde cruza el agua en tiempo de lluvia. Prefiero que no cojan la gotera, en el otro mundo no podré quizás escuchar el compás del agua cayendo sobre la palangana que acumula agua hasta la mañana en tiempos de lluvia.
Me han traído a esta pieza junto a los cuadros que tanto quise. No sé si es una buena o mala señal. Son cuadros que antaño adornaron la sala pero que hoy han sido reemplazado por otros de plástico y acrílicos traídos de la China. Estos tienen una magia especial, serán réplicas pero al fin al cabo son famosos. Tres de ellos expresan el estado de la naturaleza muerta, frutas, peces y laureles. Alguna similitud con mi presente. Cuelgan del techo los aviones de madera que fueron de mis hijos y luego de mis nietos. Ya no hacen reír. Los chicos prefieren juguetes de plástico.
Cuando la muerte venga por mí me voy a entregar sin remilgos. Eso tuve que haber hecho hace dos años. Me hubiese evitado tanta lástima y dolor. Quiero que mis manos tengan fuerzas para dar.
Me voy a ir de madrugada. En silencio. No podrán lamentar que les quité el sueño.

“Te voy a poner rosas para que puedas olerlas. Cuando te mueras ya no las necesitarás”. Entra Mariana portando un buen racimo de rosas y azucenas, no las veo pero aún las puedo olfatear. Ha cambiado inmediatamente el olor a humedad trasformando la pieza en algo más armónico y respirable. .“Mis santos me han dicho que aunque no contestas puedes escuchar”. Mientras acomoda las flores en el búcaro comenta “Yo te acompaño con mis chácharas y tú de igual forma me acompañas con tu silencio”
¿Será cierto que se comunica con sus santos?. Creo que son sus años, su experiencia lo que la hace opinar.
Tiene ese don de dar tranquilidad y hacerme olvidar lo que no me puedo llevar. Se pone a tararear una melodía que debe haber escuchado en sus años de infancia porque suena a tambor de negro de esos que se escuchaban en el batey. A veces pronuncia partes entrecortadas que no alcanzo a entender si es en otra lengua o producto de sus lagos de olvido de la letra. Ahora calla, acomoda las sábanas blanqueadas por sus manos y sus callos.
En silencio sin cruzar una palabra me da un beso en la frente, humedece mis labios con un algodón con agua. Limpia la manguera con mucho cuidado para no dañar más la entrada a las fosas nasales.
“¡Duerme feliz!”
Antes que apague la lamparita de la mesita de noche echo un vistazo leve. A este cuarto están trayendo de a poquitico todo lo que no sirve. Inservible pero recordable. Yo no quiero trastes viejos, quiero la paz. Déjenme marcharme ya.





Comentario:Cuento ficción escrito en 1998 inspirado en Camagüey.

domingo, 6 de abril de 2008

"Encuentros y desencuentros"


Encuentros y desencuentros
- Al fin llegué.
- Te he esperado desde las diez. ¿Ahora es que vienes a aparecer? ¡no te veo!
- Estoy aquí, en la misma esquina de siempre de Plaza Italia.
- Hay mucha gente.
- Me puse la camiseta que me regalaste.
- Deja ver si te encuentro en este tumulto de gente y micro.
- Oye la camiseta es roja.
- Si sé, pero créeme que no logro divisarte.
- ¿Estarás miope?.
- ¡Ni pienses!.
- Entonces gradúa bien el binocular.
- ¿Sabes que más?. Te voy a esperar acá arriba en el cerro, porque ni voy a bajar, ni voy a seguir hablando por celular, Chao.
Y cortó.
Comentarios: Con este corto cuento participé en el concurso Metro 2007 "Santiago en 100 palabras"

jueves, 6 de marzo de 2008

"Buenos Aires"


"Buenos Aires"

Buenos Aires. Aires nuevos y viejos. Viejos que escuchan tango sin presumir, con el justo volumen en cada esquina. Esquinas de diferentes estilos, remodeladas y coronadas por Cafés. Cafés con gente conversando, “Vos sabes”, bajo los acordes del bandoneón. Bandoneón que fluye como el rico mate. Mate no es el ùnico aroma predominante porque también hay un sabroso olor a asado. ¡Asados!, los mejores en Corrientes. Corrientes, senderos de teatros, revistas musicales y dramas. Drama no detenerse en Santa Fé, vitrina obligada de ropas y libros. Libros que se dejan hacer cariño por tantas manos ansiosas de leer. Leer “Subte” y entender “Metro”. Metro no es la mejor opción con tanto verde encima por apreciar. Apreciar gente y río. Río que parece mar. Mar de gente que viene y va con tranquilidad. Tranquilidad necesaria para soportar la humedad del entorno. Entorno multiplicado en plazas. Plaza de Mayo con sus jueves y madres que lloran sus hijos. Hijos que corren tras las palomas. Palomas que alborotan vuelo en dirección a la Casa Rosada. Rosada la luz del atardecer. Atardecer que obliga a completar la meta. Meta es la tumba oscura de San Martín. San Martín con su mundo distinto que no logró hallar. Hallar pasado y presente en cada ambiente. Ambiente multicolor y parrandero. ¿Parrandas?, hasta para los dispuestos a trasnochar en sus Pubs Gay y lujuriosos burdeles. Burdeles, mentira y verdad cazando clientes. Clientes fascinados con tanto desparpajo y tolerancia. Tolerancia que aplicas con el refrán “agua que no has de beber déjala correr”. Correr para lograr estar allí o en una tanguería de allá. Allá donde Gardel. Gardel multiplicado en cada canción y cadencia bonaerense. Bonaerenses que recuerdan con cariño a Evita. Evita en Recoleta. Recoleta cerca de Palermo. Palermo, jardín de poetas. Poetas son todas las parejas de enamorados que meriendan en San Telmo bajo las cornisas de edificios regios. Regio ver como aman lo suyo que es de todos. Todos por Maradona, aunque no sean precisamente del Boca. Boca sembrado de estilo gótico latino. Latino por lo de lata. Lata no poder disfrutar más de Caminito. Caminito es Buenos Aires. Buenos Aires es más que su fálico Obelisco donde se izó la bandera por primera vez. Por primera vez juro que he de volver. Volver porque “Uno, busca lleno de esperanzas, el camino que los sueños prometieron a sus anchas”.

Comentario:Lo que viví y disfruté en el viaje a Argentina en 2006

FIN

miércoles, 6 de febrero de 2008

"Contra frío y pudor"


“Contra frío y pudor”


Todavía no salía el sol, la masa estaba ansiosa porque comenzara la sesión fotográfica nudista del norteamericano Spencer Tunick. El escenario esta vez sería Santiago, la ciudad que se ensanchó para acogerme, cuando mi país me quedó relativamente chico.Para este Chile de hoy, lleno de contradicciones, esto promete ser un verdadero evento.Detenido en la línea divisoria entre los evangélicos y la multitud que debía posar, entre el ir y venir de consignas, cánticos, alaridos e insultos de uno u otro lado comencé a sentir como ya era parte de este cuento que no había dejado a nadie sin opinión ni aliento.

Cuando por primera vez supe de la obra de Spencer no me imagine remotamente que yo podría verme involucrado en su trabajo aunque si intenté reconocerme entre la multitud desnuda que corría en Buenos Aires en busca de su lente. Alguien me preguntó si estaría dispuesto a desnudarme para un evento similar. Desnudarme?, no sería la primera vez en mi vida y ojalá no sea la última porque he experimentado ese placer varias veces , en otras latitudes y bajos otras condiciones, pero no creo que viajaría o pagaría por hacerlo.

A pesar que mi respuesta era coherente y natural nació desde ese momento una curiosidad, y luego cuando supe que el artista venía a Santiago no dudé en inscribirme y ceñirme a esta aventura. Me subí a este tren donde las reflexiones no se dan hasta que estas en el propio evento, confiado que hacía lo correcto, dejándome guiar por mi propio espíritu y el apoyo incondicional de mi esposa, a mi lado desde el primer momento.Exponerse es un arte que requiere sensibilidad y sólo buscando muy adentro de mí fui descubriendo un alto grado de convicción y claridad en el propósito.No es que yo sufra de falta de confianza, ni que me haya impuesto eliminar hábitos personales, pero realmente pienso esto serviría para liberarme de cargas externas y dejar a un lado las situaciones restrictivas a las que he estado sometido por una u otra razón.

Traté de mantener mi decisión en silencio porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas. Y decidí que saldrían a la luz en el momento necesario con la transparencia y nitidez de mis sentimientos. No quiero que en el futuro me lamente de algo que dejé de hacer por no contradecir al tercero, que a lo mejor, tampoco ya esté cerca y ni valorar pueda este esfuerzo.


Los asuntos que me interesan siempre han cubierto una gama muy amplia. Me atrae lo nuevo, lo futurista, lo que previamente no se ha experimentado y este hecho me faltaba. Ha llegado el momento de soltarse o a lo mejor, de seguir siendo joven, porque con esta carga voy a salir definitivamente más nuevo.Días antes se filtró mi deseo y no faltaron las opiniones a favor o en desacuerdo. Pero soy por naturaleza resolutivo y empeñoso cuando lo quiero. Con mi férrea decisión seguí adelante hacía mi mismo encuentro, confiado que iba por el camino correcto, con destino a la liberación y reafirmación de mi carácter y personalidad. “Tú puedes Manuel” son las palabras que resuenan en mi aún desde muy adentro.

Ese día, después de una larga espera, comenzaron a anunciar que sólo ingresarían al área destinada para la foto aquellos que estuviesen desnudos. El impulso de esta aventura me deja llevar por el torrente de gente, porque nada estaba realmente planificado.


Empezaron a desaparecer las prendas de vestir y se abrieron paso muchos torsos descubiertos llevados por el empuje y el entusiasmo adrenalínico del momento. “Ahora o nunca” me dije. Entregué a mi esposa raudo mis documentos y empecé a desnudarme apresuradamente para no quedarme atrás. Una ola de frío me cubrió por un instante, pero el ejercicio y los propios nervios se encargaron de aumentar la temperatura. Con mi ropa improvisé un envoltorio uniforme que dejé debajo de un banco cualquiera sin importarme enmarcarlo dentro del contexto geográfico del lugar como si este rincón fuese mi propio casillero, mi espacio limitado y concreto.


Me sumé a la algarabía y pude seguir algunas consignas sólo con mucho esfuerzo, porque se hizo patente que me falta mucho por aprender de este mundo y su gente. El alma se expresa, las emociones se recalientan y se empujan hacia afuera con gran fuerza. La mente se torna rápida y en la cabeza circulan libremente imágenes, recuerdos, ideas, sentimientos tan veloces y camuflados que no logras atrapar todo, pero notas que están impregnados de ricos elementos simbólicos. Corres y salta, primero despacito con ligeros movimientos de brazos, luego incorporas todo el cuerpo e intentas alzar el vuelo porque este acto de saltar representa el intento de volar aunque sólo sea por un instante. La fuerza de gravedad nos devuelve a la tierra y los pies tiemblan al contacto directo con ella, por el frio y por la cantidad de energía que a través de ellos liberamos. Me he percatado que las terminaciones nerviosas de las plantas de los pies son tremendamente sensibles y es porque en ellas está representado todo el cuerpo humano. Se une a la energía de mis pies el contacto del polvo de la tierra de este parque Santiaguino y reflexiono: “Polvo somos y al polvo retornamos”.

Aglomerados sin ropa, todos éramos iguales; tan iguales que sentíamos por cada uno admiración. Es un acto fraternal, comunicativo, original, respetuoso, humanista y comprensivo. Se dieron espontáneamente los diálogos, abiertos, flexibles, sin importar de dónde viene el otro porque en este estado donde sólo la piel nos identifica pasas a ser uno más en este gran mundo de cuerpos. Cuerpos lindos por su esencia y no por el envoltorio que ha quedado lejos. Y no hay morbosidad ni exhibicionismo, y si por razones totalmente naturales entro en el ensimismamiento de la comparación no hay achaques porque a mis cuarenta y dos años mantengo las nalgas duras, no es tanta la barriga y no me avergüenzo del resto.


En todos desbordaba emoción, y más allá de cualquier aspecto físico había un corazón transmitiendo energía y calor a todo el cuerpo. Largas se tornan las tomas y mientras tanto ocurre una maduración de los ideales y valores espirituales; es un proceso de madurez tan natural y gradual que el resto no lo nota pero para uno es significativo. Cada uno se ha vuelto menos individualista y más sensible. Es que anda por ahí un aura de espiritualidad compartida.Después de dos hora de “sacrificio” y contentura volvimos por nuestros atuendos. No supe identificar el banco donde había dejado mis cosas y esta situación me fue devolviendo paulatinamente a la realidad con una pregunta simple “Y ahora qué coño hago?”. Entre tanto parque, bancos cubiertos con bultos, bolsas plásticas y kilos y kilos de ropas, el panorama se tornaba poco alentador. De aquí para allá, de allá para acá con las presas al aire sin el calor del principio ni el disfrute del momento porque ya la adrenalina descendía y el pudor se hacía más presente. Aproveché la solidaridad que aún se respiraba y le pedí a un joven que ya se estaba vistiendo, que me prestara algo para abrigarme mientras encontraba mis prendas. El joven, chico de estatura, solícito me pasó su suéter que aunque no alcanzaba a cubrirme las partes púdicas al menos me hacía sentir más protegido.Posiblemente fue esta la ocasión menos artística de la mañana pero no dejaba de ser natural. Yo en cuatro patas, literalmente hablando, tratando de hurgar los cerros de ropas, “Una aguja en un pajar”, en esa posición incómoda rogando aparecieran mis ropas antes que algún fotógrafo indiscreto hábido de acción, plasmara el hecho.

Recuperado el trofeo, después de un largo peregrinar, devolví la prenda prestada, agradecí al joven su gesto, a Spencer la posibilidad de hacerme sentir importante, no extranjero, indisoluble en este mundo de cuerpos unos inertes, otros en movimiento.

No me arrepiento de haberlo hecho. Me sentí inusualmente dichoso y consecuentemente no titubeo en contar cómo exploré y exploté este evento. Logré alejarme de la rutina tediosa, de la monótona cotidianeidad por un lapso de tiempo relativamente corto en el plano lineal, pero tremendamente amplio y majestuoso en el mundo astral porque las sensaciones perduran muchísimo más. En esta actividad al aire libre se mezcló el arte, la diversión, la aventura y el entretenimiento y fue para todos un estímulo. Lo demás queda minimizado cuando lo llevamos al plano de la dicha y el goce personal.El placer fue todo mío.Que mis hijas y mis nietos entiendan que fue un acto de libertad y enriquecimiento espiritual, una necesidad propia, muy pero muy personal.


Y al que no le guste, lo siento.
FIN
Santiago de Chile

domingo, 6 de enero de 2008

Reseña biográfica

Manuel Rodríguez Rabassa nació en Camagüey, Cuba, en 1960 en el seno de una familia de clase media, en la época en que su país vivía momentos de euforia revolucionaria. En 1978 ingresó a la Universidad de La Habana en la Facultad de Lenguas Extranjeras. Dedicado por completo a las letras, formó parte del teatro universitario en ruso. En 1982 recibe el título de Licenciado en Pedagogía Traductor e Intérprete Ruso-Alemán. Desde ese año trabajó como guía de turismo acompañando a delegaciones dentro y fuera del país. Fue representante de Cuba para los asuntos del turismo en las ciudades de Moscú, Leningrado y Kiev. Realizó varias giras por diferentes países de Europa y Asia Central. Desde el año 1994 reside en Chile. Casado con chilena y padre de dos hijas. Como buen geminiano se considera amante del ejercicio al aire libre, de la aventura y el entretenimiento, pero también necesita los momentos de soledad y meditación espiritual. Es jovial, comunicativo y sencillo.