En un lugar del lejano Oriente, en medio de un Oasis vivían María Y José. Por propiedad tenían una humilde casita, un chivo y un arbolito. Aunque ellos no tenían idea de los frutos del árbol, éste al menos servía para dar sombra al chivo.
Un día tras una fuerte ventolera, el chivo se dispuso a probar los granitos que cayeron al suelo y después de masticarlos con detenimiento dijo:
-Esto se be-be, esto se be-be.
José al escuchar al chivo corrió donde María y le dijo:
-Escucha María dice el chivo que esto se bebe.
Tomaron los granitos, los probaron y con una mueca espantada en el rostro en señal de desaprobación murmuraron:
-¡Este chivo está loco!
Entonces pasó volando en ave graznando “Tostado, tostado, tostado”
José al escuchar el graznido del ave corrió donde María y le dijo:
-Escucha María, dice el ave que esto se tuesta.
Tomaron los granitos, los tostaron y los probaron y con otra mueca comentaron
-¡El ave está loca!
Después pasó una culebra rápida y tempestiva gritando
“Molido, molido, molido”
José al escuchar la serpiente volvió donde María y le dijo:
-Escucha María, dice la serpiente que esto se muele.
Tomaron los granitos, los tostaron, los molieron y los probaron y con desazón comentaron:
-¡La serpiente está loca!
No había pasado un cuarto de hora cuando se acercó un camello y dijo:
“Hervido, hervido, hervido”
José al escuchar al camello se dirigió donde María y le dijo:
-Escucha María, dice el camello que esto se hierve.
Tomaron los granitos, los tostaron, los molieron, los hirvieron y los probaron y con desgano comentaron:
-¡El camello está loco!
Un zorro que pasaba por el lugar quiso hacerse notar diciendo:
“Colado, colado ,colado”
José esperanzado se dirigió donde María y le dijo:
-Escucha María dice el zorro que esto se cuela.
Tomaron los granitos, los tostaron, los molieron, los hirvieron y los colaron y probaron y una vez más inclementes comentaron:
-¡El zorro está loco!
Se disponían a dormir cuando por allí pasó una hiena gritando a todo volumen:
“con azúcar , con azúcar , con azúcar”
José que había decidido seguir cada consejo, se dirigió donde María y le dijo:
-Escucha María dice la hiena que le agreguemos azúcar.
Tomaron los granitos, los tostaron, los molieron, los hirvieron, los colaron, le agregaron azúcar, los probaron y con la alegría reflejada en el rostro ambos gritaron:
-¡Chivo Chivo esto se be-be, esto se be-be!
Y saltaron de alegría y cantaron alabanzas toda la noche.
Fin